martes, 30 de agosto de 2011

CULTURA CHICHA

FELAFACS
Seminario Internacional:
Tendencias y retos de la investigación en comunicación en América Latina.
Lima, 20-22 de julio de 1999
Perú: Cultura Chicha y Comunicación Masiva 
 
Juan Gargurevich Regal
 
Introducción

La llamada cultura “chicha”, en sus formas de comunicación masiva, se presenta en la prensa como un conjunto abigarrado de primeras páginas muy coloridas -con fotos audaces- que cuelgan de los kioskos de venta y que difieren de manera tosca de sus homólogos formales, tanto en el diseño como en la temática noticiosa. En la radio en la banda de AM vociferando convocatorias a espectáculos populares u ofreciendo pócimas para el amor eterno. En la televisión con espectaculares “talk-shows” de temáticas sorprendentes. Son, en conjunto, la expresión actual del sensacionalismo peruano que conforma lo que es probablemente un fenómeno de cultura de masas único en el Continente y que parece estar llegando a extremos máximos de expresión al circular, desde hace pocas semanas, el primer diario pornográfico.

En una confusión ya corriente se suele criticar a estas versiones del periodismo con generalizaciones abusivas, sin caer en la cuenta que se trata de expresiones periodísticas que tienen como fin principal el entretenimiento, la diversión, no el interés informativo -que viene a ser secundario.
Este periodismo de entretenimiento apela sin embargo a las convenciones de protección de libertad de expresión que se concede a sus homólogos que practican el periodismo de responsabilidad social aunque sin descuidar que, al final, deben respetar las reglas del mercado.
La complejidad del tema exige una aproximación interdisciplinaria pues un solo ángulo no daría una visión adecuada. Primero en lo relativo a la historia de los medios pues, como veremos, el tabloidismo chichero encuentra espacios en radio, prensa y televisión; luego en el lenguaje, por sus características tan conocidas. En la cultura, un terreno más difícil que podría hacernos avanzar hacia los terrenos de las mentalidades. Igualmente la ética y la deontología del oficio de comunicador social; las formas gráficas. Al final deberá examinarse la invasión creciente de los antiguos espacios privados que comienzan a desaparecer para hacerse más públicos que nunca.

-La cultura chicha  
La primera noción de la palabra “chicha” se adquiere con el diccionario donde figura como bebida, nombrada así originalmente por los indios cuna de Panamá y llegada al Perú en tiempos ignotos. Es una popular bebida hecha de maíz. Habría que investigar en profundidad cómo se produjo ese traslado del nombre de la bebida serrana por excelencia a la música tropical-andina, esa mezcla de cumbia con huayno que alguien bautizó quizá con intención peyorativa y sin imaginar la fortuna de la denominación.
Y es que debe advertirse que “lo chicha” sugiere también lo ordinario, corriente, perteneciente al vulgo, a la gente “maleada”, “achorada”. Cuando ya el vocablo pertenecía a la música se le calificó como “fenómeno cultural” convirtiéndose en objeto de estudio atento por científicos sociales, y en particular por los observadores de las mentalidades (conductas y pensamientos comunes de una comunidad, en definición mínima).
Poco a poco, lo que fue vocablo despectivo ha llegado a ser timbre de orgullo, por lo menos en lo que a música se refiere. La prensa amarilla ha tardado en reconocerse como oriunda de esa zona y más todavía la radio y la televisión.

-Historia mínima de la prensa
El interés popular por noticias relativo a hechos violentos es tan antiguo como el periodismo mismo, tanto manuscrito como impreso, como ha sido demostrado por muchos historiadores. Viejas “Relaciones” españolas, “News Relations” inglesas y versiones parecidas en otros países, contaron en detalle sucesos de masacres en batallas, descripciones de ejecuciones, relatos minuciosos de crímenes, etc. comprobándose así que el interés por la noticia “sensacional”, la nueva que estremece y emociona, es incluso más viejo que el periodismo ya convertido en práctica sistemática.

En su desarrollo histórico, el periodismo encontró rutas que lo condujeron finamente a la utilidad, al beneficio social de la información pero también aprendió a proporcionar una mejor cobertura de aquella zona que nunca abandonó, esto es, las temáticas de crímenes, historias teñidas de sexo, relatos de violencia, la trilogía clásica y clave para comprender a parte del periodismo de hoy .
El origen moderno del periodismo sensacionalista suele ser reconocido en el desarrollo de la prensa de bajo precio que tuvo sus primeras expresiones en los Estados Unidos (la célebre “penny press”) y en Inglaterra y Francia. Fue en estos países, en sus grandes ciudades que surgieron las condiciones económicas, demográficas y técnicas que hicieron posible un diarismo de nuevo tipo que evolucionaba de lo Doctrinal a lo Partidario hacia lo Comercial.
Este nuevo periodismo masivo enfrentado a la necesidad de captar más compradores propuso formas novedosas de trabajar, como por ejemplo, enfocar el interés en asuntos que hasta entonces habían sido considerados irrelevantes tales como la vida cotidiana en las crecientes urbes industrializadas cuyo crecimiento traía bienestar y violencia. Las noticias adquirieron así nuevas dimensiones y costos pues lo que llamaban “un buen crimen” era una novedad que podría hacer vender más periódicos.
Esta cínica visión del oficio abrió una brecha que ya no ha sido posible cerrar. Una división que se dramatizaría más tarde cuando los magnates de la prensa neoyorkina Joseph Pulitzetr y William Randolph Hearst protagonizaron la primera de las grandes guerras de diarios estadounidenses, a fines del siglo pasado. Allí, en la dinámica gigante Nueva York nació la Prensa Amarilla (“Yellow press”) aquella que aprendió a quebrar la convención que indica que el periodismo no debe mentir .
A partir de entonces la prensa tiene ya configurados dos modelos básicos de diarios: el llamado Serio, formal, que suele tener gran formato (“standard”) que busca informar sobre lo relevante y aspira a influir en la formación de opinión pública y el otro, Sensacionalista, que aprovecha las ventajas del liberalismo comercial para explotar la zona de interés por crímenes, sexo y violencia.
La evolución de la prensa peruana es obviamente distinta pues cuando las masas transformaban Nueva York, París, Londres, los caudillos militares peruanos se disputaban el poder apoyados por un pequeña prensa casi carente de noticias, banal y con frecuencia soez, que no merecería siquiera ser calificada de “amarilla” por su irrelevancia. Recién pasado el medio siglo XIX se perfilan los futuros grandes diarios cuando, por ejemplo, se convoca opinión pública en Lima para afrontar el ataque español de 1866 o cuando la Guerra del Pacífico en 1879 sorprende a los periódicos y deben improvisar corresponsales de guerra . Serán las primeras grandes noticias.
La cronología del periodismo tabloide, que nos parece relevante en términos de propuesta y desarrollo histórico, será así en el Perú: 1912 - “La Crónica” de Manuel Moral;
1930 - “Libertad”, de Francisco Loayza;
1950 - “Ultima Hora”, de Pedro Beltrán;
1968 - “Ojo”, de Lus Banchero Rossi
1984 - “El Popular”, de Guillermo Thorndike
El modelo “tabloide” (formato pequeño, titulares grandes con frecuencia exagerados) nació con “La Crónica” en 1912 en imitación, con evidentes limitaciones criollas, de los famosos diarios de los países el Norte. Tuvo en su favor que a los pocos días de fundado se produjo del hundimiento del “Titanic”, lo que le dio oportunidad para desplegar los más grandes titulares que les permitía tecnología de entonces. Pero faltaba algo sustantivo para parecerse a sus homólogos neoyorkinos: los grandes públicos.
Los diarios limeños se asoman a las masas recién en 1930 cuando luego de la caída del dictador civil Augusto B. Leguía se cancela un tipo de periodismo y se abren espacios para periódicos de gran violencia polìtica, como “Libertad” de Francisco Loayza, que llegó a los cien mil ejemplares en sus mejores días de denuncia de los excesos del régimen derrocado.
Los antecedentes reales del tabloidismo peruano están recién en “Ultima Hora”, diario vespertino fundado por Pedro Beltrán con modelo periodístico diseñado por Raúl Villarán, con enorme éxito., Circuló desde enero de 1950 pero fue a fines de ese año cuando logró el despegue hacia las más altas ventas del periodismo peruano con el célebre titular “Chinos como cancha en el paralelo 38” .
“Ultima Hora” había encontrado por fin las condiciones ideales para su nacimiento como diario de gran venta debido a que una incesante migración andina había convertido a Lima en un ciudad en crecimiento en la que la vieja “cultura criolla” era arrinconada por una pujante, dinámica, presencia provinciana que sentó las bases de una nueva mentalidad limeña popular.
Uno de estos ingredientes fue el lenguaje, el uso de la jerga o replana al que nos referiremos con algún detalle más adelante.
El mismo Raul Villarán diseñó “Correo” primero y “Ojo” después, buscando fórmulas de éxito que logró con el último, un tabloide en el amplio sentido del término. Proponía la concisión casi telegráfica, el “interés humano” muy exacerbado, amplios espacios para el fútbol.
El desarrollo de los medios informativos fue interrumpido por las propuestas de la “Revolución de las FF.AA.” episodio político peruano que abarcó doce años. Recién después de 1980 se reanudaron las nuevas propuestas, como el “Diario Marka” en 1980 y ”La República” en 1981. Fue esta empresa la que editó “El Popular”, tabloide, el primero en usar mucho color, noticias poco relevantes, y que avanzó muy rápido hacia las formas que conocemos hoy. Su propuesta fue recogida cuando se acentuó la crisis de la prensa frente al avance incontenible de la televisión, la que también obligó al cambio drástico de los formatos de la radiodifusión.
Desde mediados de la década pasada el rostro de los medios masivos peruanos cambió así drásticamente acompañando a fenómenos sociales tan importantes como la llamada “Cultura chicha”.

-El lenguaje en el periodismo criollo
Hasta aquel día de 1950 el lenguaje aceptado en las redacciones era el que se expresa en lo que la Academia de la Lengua llama Norma Culta. Es el apego estricto a las normas y convenciones del idioma que hace posible, mediante la homogeneización, la búsqueda de comprensión por todos de los textos noticiosos. Pero se comprobaría después que esto no era lo adecuado para importantes sectores de peruanos que fueron ganados a la lectura con el uso de la jerga o replana.
Aquel título sobre la presencia del ejército de China Roja en Corea, “chinos como cancha”, provocó gran impresión en un sector de limeños pero grandes sectores, quizá la mayoría, los que utilizaban ya aquella jerga en la coloquialidad se sintió comprendida, acompañada, unida finalmente a la vida citadina pues había un diario que recogía lo que pasaba más acá de la agobiante discusión política, de las sombras proyectivas de los expertos en economía, de las desgracias internacionales, etc.
Porque debe añadirse que el vespertino añadía a su liberalismo lingüístico un ejercicio de valoración noticiosa que tenía que ver más con percepciones totalmente populares (música, artistas, romances, deportes, milagros, prodigios, dramas de la vida real, etc.) que con noticias consideradas relevantes por los otros. La otra prensa.
“Ultima Hora” tenía redactores muy jóvenes que habían recogido el lenguaje coloquial de la calle, de los colegiales, los ambulantes que comenzaban a instalarse, de los recién llegados a La Parada -zona obligada de tránsito para asentarse en la urbe. En ese tiempo un joven estudiante de Derecho, José Bonilla Amado, estuvo recluido por razones políticas en la antigua Cárcel de la avenida Wilson. Allí, con la ayuda de conocidos delincuentes (como el famoso José D´Unián, alias “Tatán”) redactó sus primeros textos sobre el lenguaje de los delincuentes, la “jerga del hampa” , que luego convirtió en su tesis para graduarse de abogado.
El texto de Bonilla se sumaba por supuesto a trabajos reconocidos de José Benvenutto , Pedro Paz Soldán , y una multitud más y en especial españoles. Trabajos posteriores entre los que destacan los de Martha Hildebrandt , Alberto Tauro del Pino , Miguel Angel Ugarte Chamorro abrieron el panorama sobre los peruanismos en el idioma. Pero más sugerente para nuestra visión resultó la útil recopilación de Bendezú sobre lo que llamó “jerga criolla” debido a que también acudió a los delincuentes para conocer de cerca ese vocabulario que busca encriptar significados y cambia y se renueva incesantemente.
En suma, los nuevos periodistas hacían lo que querían con el lenguaje, echando mano de todo aquello que pudiera servirles para mejorar su descripción o efecto deseado. Y si el titular podía contener humor, mejor todavía .
En esa mezcla de castellano mal hablado, jerga, nuevas voces, humor, préstamos de jergas de otros países, “Ultima Hora” se ganó su espacio propio en la historia del periodismo . Citemos por ejemplo “Con Piscolabis/pisqueños darán /serena a pueblo”, “Depuración de firmas/acabará ipso pucho”, “Canasteras tromes/vienen a mover/la redonda: noviembre”, “Enjaulan muchacho/que es trome en chantajes”, “Vela verde dijo mosco/ Del Prado a Ledesma”, “Se dijeron zamba canuta/en congreso indio”. Y en términos de humor pícaro podríamos citar el referido a una conocida vedette casada con un baterista: “Llegó Tongolole/con el que le toca el bongó”
Y así entre tropos, barbarismos, neologismos y todas aquellas formas idiomáticas que manejan los lingüistas, el tabloidismo criollo terminó proporcionando su forma absolutamente peruana de ofrecer noticias sentando bases seguras para el periodismo chicha de hoy.
Pocos son los peruanos que no manejan esta especie de clave y para comprobarle proponemos la frase siguiente, recogida en una cantina limeña por el periodista David Hidalgo: “¡Mozarela: un par de cerbatanas bien helenas pero antes un trapecio andino para limpiar la mesopotamia!” .
Los diarios Chicha deben estar al tanto de las nuevas expresiones so pena de retrasarse y perder el paso de sintonía con las nuevas generaciones de compradores. Poco ha cambiado desde aquellos años 50, salvo las voces ligadas a las recientes tecnologías y al mayor conocimiento del inglés (“se me borró el caset” por perder el concimiento); la televisión también influye sin duda en la ampliación del vocabulario chicha.
El distinguido lingüista Enrique Carrión, fue enfático cuando se le preguntó si esta jerga alteraba el lenguaje: “Mi opinión es que la jerga enriquece nuestro lenguaje, porque multiplica las dimensiones de la creatividad, vulnerando los patrones establecidos. Es un signo del ingenio de la gente y eso es bueno porque el ser humano demuestra que no es un simple cumplidor de un ritual ya trazado” .

-La televisión chicha
Los norteamericanos la llamaron “televisión tabloide” desde que los programas “talk shows” del precursor Phil Donahue y luego el escandaloso Jerry Springer causaron sensación y acaparon sintonías en los Estados Unidos. También TV Basura (“trashy reality television”) y otros términos que evidencian la actitud severamente crítica de sectores de ese país.
La analogía con los “tabloides” se debe a la temática de los programas, al estilo aquel de romper la barrera de lo informativo para trasladarse al puro terreno del entretenimiento introduciendo a las celebridades en una zona que describiremos sencillamente como “tabloide”. “Estamos en la Década Tabloide” editorializó la revista Vanity Fair, recordando los casos de O.J. Simpson, Pamela Anderson, John Wayne Bobbit, Tonya Harding, Huh Grant y, por supuesto, Clinton y Monica Lewinsky .
¿Cuándo nació esta variante de la televisión? Recogemos un “Manifiesto contra la telebasura”, que incluye definiciones útiles: “ El término viene dando nombre, desde la década pasada, a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia”.

“La telebasura se define por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes” .
Buscando sintonía, lugar en los ratings o medidas de teleaudiencia, no se dudó en Lima en abrir espacios para la televisión “basura” que pronto pasó a parecerse mucho a la prensa chicha incluso interactuando, retroalimentándose con ella pues los personajes centrales de ambos suelen ser los mismos.
Esta TV-.Chicha peruana ofrece tres variantes: la primera es la de programas de chismes, historias de famosos, personajes de mundo rosa, donde destaca actualmente la periodista Magaly Medina. La segunda, los conocidos De Conversación o en su título original de “talk shows” que es lo que se usa comúnmente y tiene su mejor exponente en la abogada Laura Bozzo, reuniendo entre ambas los más altos niveles de sintonía. La tercera es la que ofrecen noticieros que se inclinan a la crónica policial en sensacionalismo franco; es el caso de “90 Segundos” que dedica largos minutos y escenas a hechos violentos y escandalosos.
(No debe ignorarse la presencia en Internet de periodismo amarillo de escándalo. El más conocido es Matt Drudge quien difundió el caso Clinton-.Lewinsky ).
La información policial exagerada comenzó a cultivarse de manera sistemática en el Canal 2 y desde hace una veintena de años, debido, en parte, a la influencia de un periodista que impuso un tratamiento de corte sensacionalista al segmento noticioso. Fue el tiempo en que comenzaron a mostrarse cadáveres en la pantalla y a una agitada reportera que perseguía a sus entrevistados con tenacidad pocas veces vista .
La historia de los talk shows ha sido relatada por José Luis Vargas en un magnífico trabajo de Tesis sobre el tema. Allí vemos que no han pasado más de diez años desde que Jaime Baily inauguró “1900” en Canal 4, en 1989 -aunque hubo un antecedente en el programa de Jorge Henderson “Tal Cual” en 1993 que fue abandonado .
Vargas elaboró una lista de temas de talk-shows de la que ofrecemos sólo una muestra y que nos releva, nos parece, de mayores comentarios sobre su calidad: “Abandoné a mi hijo”, “No creo en los hombres”, “Me inicié en un prostíbulo”, “Mi padre me violó”, “Me acosan sexualmente”, “Maridos borrachos”, “Mi marido me hizo abortar”, “Madres prostitutas”, “Soy la tetona del barrio”, ”El mundo de los enanos”, “Le pego a mi marido”, “Arruiné mi vida por él”, “Adictos al sexo”, “No te metas con mi hermana”, “Me avergüenzo de mi madre”, etc.
Pero hay una visión favorable de estos programas. Una encuesta reveló que quienes aceptaban ser espectadores regulares de los talks shows tenían argumentos de peso para su elección. Las variables ofrecidas por los encuestadores fueron:
-Presentan casos de la vida real;
-Dan soluciones a determinados problemas personales;
-Los temas/casos que presentan son interesantes;
-Te enteras de los casos que les suceden a las personas;
-Son programas divertidos.
Las cifras fueron favorables a las dos primeras en todos los niveles socioeconómicos, sexos y edades trabajadas .
En los Estados Unidos también los defienden: “Decir que los talk shows degradan a Estados Unidos y van a convertirlos en Sodoma y Gomorra es otra falsedad (…) Ningún país se corrompe por una cosa semejante. Al fin y al cabo sólo son emisiones de televisión” dijo Joe Franklin, uno de los fundadores del estilo . Y agregó “los norteamericanos no son así, no hay que angustiarse”.

-La ignorada banda de AM 
 La radio, como sabemos, nació en el Perú en 1925 en la única banda que existía, la de “Amplitud Modulada” o AM, que va de los 550 a los 1600 kilociclos. Allí, en ese espacio se desarrolló la radiodifusión nacional primero como un monopolio de la empresa inglesa Marconi Wireless y después como un conjunto de empresas comerciales comunes cuyo número aumentó hasta saturar el dial con más de treinta emisoras.
La programación se hizo buscando públicos citadinos, consumidores criollos, ignorando a los auditorios andinos que fueron, por así decirlo, descubiertos recién en 1950 por el diario “Ultima Hora”. Poco después, Radio “El Sol” inauguró la era de los programas folklóricos con “El Sol en los Andes” dirigido por Luis Pizarro Cerrón . A la vez se abrió así un espacio distinto, “popular”, que evolucionaría de acuerdo a condiciones históricas particulares. Pero por años, lo andino folklórico estuvo desterrado a los horarios de la madrugada, entre las tres y las siete de la mañana.

La banda de FM fue inaugurada en 1960 por la emisora “Stereo Lima 100” y tardó varios años en desarrollarse debido a la necesidad de cambiar los receptores, un proceso que fue lento y que tuvo como característica la distinción de la AM en formato de programación. Mientras que las emisoras de AM debieron casi desesperadamente buscar formatos nuevos para defenderse de la crisis ocasionada por la presencia de la televisión, la FM, en cambio, planteó desde su nacimiento el esquema de “radio-disco”, con mucha música y pocos avisos comerciales. En la década de los años 70 la diferencia era enorme.
En los años 80, ya afirmadas las distancias, varias emisoras de AM dedicaban su programación completa a la música andina (la empresa pionera fue Radio Inca, 1470 Kc, fundada en 1951, como emisora campesina . En su desarrollo de corte popular era inevitable que se encontraran con la música chicha y fue así como luego de su mudanza a los 540 Kc decidió que la programación completa, 24 horas, fuera “chicha”. En 1985 estaban allí todos: Los Shapis, Viko y su Grupo Karicia, Los Solitarios, Pintura Roja, Los Eclipses, Guinda, Maravilla, etc.
Al cambio también llegó Radio Moderna, “Radio Papá”, fundada en 1977 en los 930 Kc, que propuso un noticiero radioteatralizado llamado “Lo bueno, lo malo y lo feo de la noticia” que alcanzó enorme popularidad. Años más tarde, Radio Excelsior alcanzaría gran sintonía en su programa “Los magníficos de la noticia”. Radio Mar, que nació en 1969, logró con las conversaciones entre oyentes y “El Ronco” Gámez altos niveles de sintonía en los años 80. Ricardo Belmont Cassinelli, desde su “RBC”, afirmó su popularidad dialogando con el público al punto de lograr ser elegido Alcalde de Lima.
De esta manera y con lentitud, fue fijándose un modelo que se conoce como “Radio-hablada” que tuvo, y tiene, como exponente máximo a Radioprogramas, “RPP”, que sólo transmite información y programas de conversación, tanto en AM como en FM. El modelo ha sido adoptado parcialmente en prácticamente toda la banda de AM y hoy podemos allí escuchar comentarios de todo tipo, opiniones, recetas médicas y psicológicas, horóscopos, recomendaciones de chamanes, transmisiones “en vivo” de reuniones de sectas religiosas, etc. Es, en suma, la Banda Chicha de la radiodifusión peruana.

CONCLUSIONES  
Mario Vargas Llosa obtuvo un importante premio internacional con un texto sobre el periodismo sensacionalista, que, llámese como se llame, Chicha o Amarillo, se ha difundido al amparo de la libertad de expresión. Allí decía nuestro escritor: “El periodismo escandaloso, amarillo, es un perverso hijastro de la cultura de la libertad. No se lo puede suprimir sin infligir a ésta una herida acaso mortal” .
Nos relevó también de distinguir entre la información y el entretenimiento aun cuando los soportes físicos (papel, tinta, ondas, etc.) fueran los mismos y pareciera que se trata de periodismo igual a los otros, los que informan de verdad. Lectores, oyentes y televidentes deberán ser instruidos en distinguir la zona amarilla de los medios masivos y eludir así su utilización innoble en la política, como viene sucediendo por esta época en el país.
 Los profesores de periodismo son abordados de manera constante por estudiantes que interrogan sobre este periodismo pues temen que sea el que les espera. No es así. Forma parte de un proceso que no tardará en agotarse aunque no podemos saber ciertamente qué nuevas formas adoptará el viejo morbo por las noticias sensacionales