La llamada cultura
“chicha”, en sus formas de comunicación masiva, se presenta en la prensa
como un conjunto abigarrado de primeras páginas muy coloridas -con
fotos audaces- que cuelgan de los kioskos de venta y que difieren de
manera tosca de sus homólogos formales, tanto en el diseño como en la
temática noticiosa. En la radio en la banda de AM vociferando
convocatorias a espectáculos populares u ofreciendo pócimas para el amor
eterno. En la televisión con espectaculares “talk-shows” de temáticas
sorprendentes. Son, en conjunto, la expresión actual del sensacionalismo
peruano que conforma lo que es probablemente un fenómeno de cultura de
masas único en el Continente y que parece estar llegando a extremos
máximos de expresión al circular, desde hace pocas semanas, el primer
diario pornográfico.
En una confusión ya corriente se suele criticar a estas versiones
del periodismo con generalizaciones abusivas, sin caer en la cuenta que
se trata de expresiones periodísticas que tienen como fin principal el
entretenimiento, la diversión, no el interés informativo -que viene a
ser secundario.
Este periodismo de entretenimiento apela sin embargo a las
convenciones de protección de libertad de expresión que se concede a sus
homólogos que practican el periodismo de responsabilidad social aunque
sin descuidar que, al final, deben respetar las reglas del mercado.
La complejidad del tema exige una aproximación interdisciplinaria
pues un solo ángulo no daría una visión adecuada. Primero en lo
relativo a la historia de los medios pues, como veremos, el tabloidismo
chichero encuentra espacios en radio, prensa y televisión; luego en el
lenguaje, por sus características tan conocidas. En la cultura, un
terreno más difícil que podría hacernos avanzar hacia los terrenos de
las mentalidades. Igualmente la ética y la deontología del oficio de
comunicador social; las formas gráficas. Al final deberá examinarse la
invasión creciente de los antiguos espacios privados que comienzan a
desaparecer para hacerse más públicos que nunca.
-La cultura chicha
La primera noción de la palabra “chicha” se adquiere con el
diccionario donde figura como bebida, nombrada así originalmente por los
indios cuna de Panamá y llegada al Perú en tiempos ignotos. Es una
popular bebida hecha de maíz. Habría que investigar en profundidad cómo
se produjo ese traslado del nombre de la bebida serrana por excelencia a
la música tropical-andina, esa mezcla de cumbia con huayno que alguien
bautizó quizá con intención peyorativa y sin imaginar la fortuna de la
denominación.
Y es que debe advertirse que “lo chicha” sugiere también lo
ordinario, corriente, perteneciente al vulgo, a la gente “maleada”,
“achorada”. Cuando ya el vocablo pertenecía a la música se le calificó
como “fenómeno cultural” convirtiéndose en objeto de estudio atento por
científicos sociales, y en particular por los observadores de las
mentalidades (conductas y pensamientos comunes de una comunidad, en
definición mínima).
Poco a poco, lo que fue vocablo despectivo ha llegado a ser
timbre de orgullo, por lo menos en lo que a música se refiere. La prensa
amarilla ha tardado en reconocerse como oriunda de esa zona y más
todavía la radio y la televisión.
-Historia mínima de la prensa
El interés popular por noticias relativo a hechos violentos es
tan antiguo como el periodismo mismo, tanto manuscrito como impreso,
como ha sido demostrado por muchos historiadores. Viejas “Relaciones”
españolas, “News Relations” inglesas y versiones parecidas en otros
países, contaron en detalle sucesos de masacres en batallas,
descripciones de ejecuciones, relatos minuciosos de crímenes, etc.
comprobándose así que el interés por la noticia “sensacional”, la nueva
que estremece y emociona, es incluso más viejo que el periodismo ya
convertido en práctica sistemática.
En su desarrollo histórico, el periodismo encontró rutas que lo
condujeron finamente a la utilidad, al beneficio social de la
información pero también aprendió a proporcionar una mejor cobertura de
aquella zona que nunca abandonó, esto es, las temáticas de crímenes,
historias teñidas de sexo, relatos de violencia, la trilogía clásica y
clave para comprender a parte del periodismo de hoy .
El origen moderno del periodismo sensacionalista suele ser
reconocido en el desarrollo de la prensa de bajo precio que tuvo sus
primeras expresiones en los Estados Unidos (la célebre “penny press”) y
en Inglaterra y Francia. Fue en estos países, en sus grandes ciudades
que surgieron las condiciones económicas, demográficas y técnicas que
hicieron posible un diarismo de nuevo tipo que evolucionaba de lo
Doctrinal a lo Partidario hacia lo Comercial.
Este nuevo periodismo masivo enfrentado a la necesidad de captar
más compradores propuso formas novedosas de trabajar, como por ejemplo,
enfocar el interés en asuntos que hasta entonces habían sido
considerados irrelevantes tales como la vida cotidiana en las crecientes
urbes industrializadas cuyo crecimiento traía bienestar y violencia.
Las noticias adquirieron así nuevas dimensiones y costos pues lo que
llamaban “un buen crimen” era una novedad que podría hacer vender más
periódicos.
Esta cínica visión del oficio abrió una brecha que ya no ha sido
posible cerrar. Una división que se dramatizaría más tarde cuando los
magnates de la prensa neoyorkina Joseph Pulitzetr y William Randolph
Hearst protagonizaron la primera de las grandes guerras de diarios
estadounidenses, a fines del siglo pasado. Allí, en la dinámica gigante
Nueva York nació la Prensa Amarilla (“Yellow press”) aquella que
aprendió a quebrar la convención que indica que el periodismo no debe
mentir .
A partir de entonces la prensa tiene ya configurados dos modelos
básicos de diarios: el llamado Serio, formal, que suele tener gran
formato (“standard”) que busca informar sobre lo relevante y aspira a
influir en la formación de opinión pública y el otro, Sensacionalista,
que aprovecha las ventajas del liberalismo comercial para explotar la
zona de interés por crímenes, sexo y violencia.
La evolución de la prensa peruana es obviamente distinta pues
cuando las masas transformaban Nueva York, París, Londres, los caudillos
militares peruanos se disputaban el poder apoyados por un pequeña
prensa casi carente de noticias, banal y con frecuencia soez, que no
merecería siquiera ser calificada de “amarilla” por su irrelevancia.
Recién pasado el medio siglo XIX se perfilan los futuros grandes diarios
cuando, por ejemplo, se convoca opinión pública en Lima para afrontar
el ataque español de 1866 o cuando la Guerra del Pacífico en 1879
sorprende a los periódicos y deben improvisar corresponsales de guerra .
Serán las primeras grandes noticias.
La cronología del periodismo tabloide, que nos parece
relevante en términos de propuesta y desarrollo histórico, será así en
el Perú:
1912 - “La Crónica” de Manuel Moral;
1930 - “Libertad”, de Francisco Loayza;
1950 - “Ultima Hora”, de Pedro Beltrán;
1968 - “Ojo”, de Lus Banchero Rossi
1984 - “El Popular”, de Guillermo Thorndike
El modelo “tabloide” (formato pequeño, titulares grandes con
frecuencia exagerados) nació con “La Crónica” en 1912 en imitación, con
evidentes limitaciones criollas, de los famosos diarios de los países el
Norte. Tuvo en su favor que a los pocos días de fundado se produjo del
hundimiento del “Titanic”, lo que le dio oportunidad para desplegar los
más grandes titulares que les permitía tecnología de entonces. Pero
faltaba algo sustantivo para parecerse a sus homólogos neoyorkinos: los
grandes públicos.
Los diarios limeños se asoman a las masas recién en 1930 cuando
luego de la caída del dictador civil Augusto B. Leguía se cancela un
tipo de periodismo y se abren espacios para periódicos de gran violencia
polìtica, como “Libertad” de Francisco Loayza, que llegó a los cien mil
ejemplares en sus mejores días de denuncia de los excesos del régimen
derrocado.
Los antecedentes reales del tabloidismo peruano están recién en
“Ultima Hora”, diario vespertino fundado por Pedro Beltrán con modelo
periodístico diseñado por Raúl Villarán, con enorme éxito., Circuló
desde enero de 1950 pero fue a fines de ese año cuando logró el despegue
hacia las más altas ventas del periodismo peruano con el célebre
titular “Chinos como cancha en el paralelo 38” .
“Ultima Hora” había encontrado por fin las condiciones ideales
para su nacimiento como diario de gran venta debido a que una incesante
migración andina había convertido a Lima en un ciudad en crecimiento en
la que la vieja “cultura criolla” era arrinconada por una pujante,
dinámica, presencia provinciana que sentó las bases de una nueva
mentalidad limeña popular.
Uno de estos ingredientes fue el lenguaje, el uso de la jerga o replana al que nos referiremos con algún detalle más adelante.
El mismo Raul Villarán diseñó “Correo” primero y “Ojo” después,
buscando fórmulas de éxito que logró con el último, un tabloide en el
amplio sentido del término. Proponía la concisión casi telegráfica, el
“interés humano” muy exacerbado, amplios espacios para el fútbol.
El desarrollo de los medios informativos fue interrumpido por las
propuestas de la “Revolución de las FF.AA.” episodio político peruano
que abarcó doce años. Recién después de 1980 se reanudaron las nuevas
propuestas, como el “Diario Marka” en 1980 y ”La República” en 1981. Fue
esta empresa la que editó “El Popular”, tabloide, el primero en usar
mucho color, noticias poco relevantes, y que avanzó muy rápido hacia las
formas que conocemos hoy. Su propuesta fue recogida cuando se acentuó
la crisis de la prensa frente al avance incontenible de la televisión,
la que también obligó al cambio drástico de los formatos de la
radiodifusión.
Desde mediados de la década pasada el rostro de los medios
masivos peruanos cambió así drásticamente acompañando a fenómenos
sociales tan importantes como la llamada “Cultura chicha”.
-El lenguaje en el periodismo criollo
Hasta aquel día de 1950 el lenguaje aceptado en las redacciones
era el que se expresa en lo que la Academia de la Lengua llama Norma
Culta. Es el apego estricto a las normas y convenciones del idioma que
hace posible, mediante la homogeneización, la búsqueda de comprensión
por todos de los textos noticiosos. Pero se comprobaría después que esto
no era lo adecuado para importantes sectores de peruanos que fueron
ganados a la lectura con el uso de la jerga o replana.
Aquel título sobre la presencia del ejército de China Roja en
Corea, “chinos como cancha”, provocó gran impresión en un sector de
limeños pero grandes sectores, quizá la mayoría, los que utilizaban ya
aquella jerga en la coloquialidad se sintió comprendida, acompañada,
unida finalmente a la vida citadina pues había un diario que recogía lo
que pasaba más acá de la agobiante discusión política, de las sombras
proyectivas de los expertos en economía, de las desgracias
internacionales, etc.
Porque debe añadirse que el vespertino añadía a su liberalismo
lingüístico un ejercicio de valoración noticiosa que tenía que ver más
con percepciones totalmente populares (música, artistas, romances,
deportes, milagros, prodigios, dramas de la vida real, etc.) que con
noticias consideradas relevantes por los otros. La otra prensa.
“Ultima Hora” tenía redactores muy jóvenes que habían recogido el
lenguaje coloquial de la calle, de los colegiales, los ambulantes que
comenzaban a instalarse, de los recién llegados a La Parada -zona
obligada de tránsito para asentarse en la urbe. En ese tiempo un joven
estudiante de Derecho, José Bonilla Amado, estuvo recluido por razones
políticas en la antigua Cárcel de la avenida Wilson. Allí, con la ayuda
de conocidos delincuentes (como el famoso José D´Unián, alias “Tatán”)
redactó sus primeros textos sobre el lenguaje de los delincuentes, la
“jerga del hampa” , que luego convirtió en su tesis para graduarse de
abogado.
El texto de Bonilla se sumaba por supuesto a trabajos reconocidos
de José Benvenutto , Pedro Paz Soldán , y una multitud más y en
especial españoles. Trabajos posteriores entre los que destacan los de
Martha Hildebrandt , Alberto Tauro del Pino , Miguel Angel Ugarte
Chamorro abrieron el panorama sobre los peruanismos en el idioma. Pero
más sugerente para nuestra visión resultó la útil recopilación de
Bendezú sobre lo que llamó “jerga criolla” debido a que también acudió a
los delincuentes para conocer de cerca ese vocabulario que busca
encriptar significados y cambia y se renueva incesantemente.
En suma, los nuevos periodistas hacían lo que querían con el
lenguaje, echando mano de todo aquello que pudiera servirles para
mejorar su descripción o efecto deseado. Y si el titular podía contener
humor, mejor todavía .
En esa mezcla de castellano mal hablado, jerga, nuevas voces,
humor, préstamos de jergas de otros países, “Ultima Hora” se ganó su
espacio propio en la historia del periodismo . Citemos por ejemplo “Con
Piscolabis/pisqueños darán /serena a pueblo”, “Depuración de
firmas/acabará ipso pucho”, “Canasteras tromes/vienen a mover/la
redonda: noviembre”, “Enjaulan muchacho/que es trome en chantajes”,
“Vela verde dijo mosco/ Del Prado a Ledesma”, “Se dijeron zamba
canuta/en congreso indio”. Y en términos de humor pícaro podríamos citar
el referido a una conocida vedette casada con un baterista: “Llegó
Tongolole/con el que le toca el bongó”
Y así entre tropos, barbarismos, neologismos y todas aquellas
formas idiomáticas que manejan los lingüistas, el tabloidismo criollo
terminó proporcionando su forma absolutamente peruana de ofrecer
noticias sentando bases seguras para el periodismo chicha de hoy.
Pocos son los peruanos que no manejan esta especie de clave y
para comprobarle proponemos la frase siguiente, recogida en una cantina
limeña por el periodista David Hidalgo: “¡Mozarela: un par de cerbatanas
bien helenas pero antes un trapecio andino para limpiar la
mesopotamia!” .
Los diarios Chicha deben estar al tanto de las nuevas expresiones
so pena de retrasarse y perder el paso de sintonía con las nuevas
generaciones de compradores. Poco ha cambiado desde aquellos años 50,
salvo las voces ligadas a las recientes tecnologías y al mayor
conocimiento del inglés (“se me borró el caset” por perder el
concimiento); la televisión también influye sin duda en la ampliación
del vocabulario chicha.
El distinguido lingüista Enrique Carrión, fue enfático cuando se
le preguntó si esta jerga alteraba el lenguaje: “Mi opinión es que la
jerga enriquece nuestro lenguaje, porque multiplica las dimensiones de
la creatividad, vulnerando los patrones establecidos. Es un signo del
ingenio de la gente y eso es bueno porque el ser humano demuestra que no
es un simple cumplidor de un ritual ya trazado” .
-La televisión chicha
Los norteamericanos la llamaron “televisión tabloide” desde que
los programas “talk shows” del precursor Phil Donahue y luego el
escandaloso Jerry Springer causaron sensación y acaparon sintonías en
los Estados Unidos. También TV Basura (“trashy reality television”) y
otros términos que evidencian la actitud severamente crítica de sectores
de ese país.
La analogía con los “tabloides” se debe a la temática de los
programas, al estilo aquel de romper la barrera de lo informativo para
trasladarse al puro terreno del entretenimiento introduciendo a las
celebridades en una zona que describiremos sencillamente como
“tabloide”. “Estamos en la Década Tabloide” editorializó la revista
Vanity Fair, recordando los casos de O.J. Simpson, Pamela Anderson, John
Wayne Bobbit, Tonya Harding, Huh Grant y, por supuesto, Clinton y
Monica Lewinsky .
¿Cuándo nació esta variante de la televisión? Recogemos un
“Manifiesto contra la telebasura”, que incluye definiciones útiles: “ El
término viene dando nombre, desde la década pasada, a una forma de
hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo
y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia”.
“La telebasura se define por los asuntos que aborda, por los
personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el
enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y
personajes” .
Buscando sintonía, lugar en los ratings o medidas de
teleaudiencia, no se dudó en Lima en abrir espacios para la televisión
“basura” que pronto pasó a parecerse mucho a la prensa chicha incluso
interactuando, retroalimentándose con ella pues los personajes centrales
de ambos suelen ser los mismos.
Esta TV-.Chicha peruana ofrece tres variantes: la primera es la
de programas de chismes, historias de famosos, personajes de mundo rosa,
donde destaca actualmente la periodista Magaly Medina. La segunda, los
conocidos De Conversación o en su título original de “talk shows” que es
lo que se usa comúnmente y tiene su mejor exponente en la abogada Laura
Bozzo, reuniendo entre ambas los más altos niveles de sintonía. La
tercera es la que ofrecen noticieros que se inclinan a la crónica
policial en sensacionalismo franco; es el caso de “90 Segundos” que
dedica largos minutos y escenas a hechos violentos y escandalosos.
(No debe ignorarse la presencia en Internet de periodismo
amarillo de escándalo. El más conocido es Matt Drudge quien difundió el
caso Clinton-.Lewinsky ).
La información policial exagerada comenzó a cultivarse de manera
sistemática en el Canal 2 y desde hace una veintena de años, debido, en
parte, a la influencia de un periodista que impuso un tratamiento de
corte sensacionalista al segmento noticioso. Fue el tiempo en que
comenzaron a mostrarse cadáveres en la pantalla y a una agitada
reportera que perseguía a sus entrevistados con tenacidad pocas veces
vista .
La historia de los talk shows ha sido relatada por José Luis
Vargas en un magnífico trabajo de Tesis sobre el tema. Allí vemos que no
han pasado más de diez años desde que Jaime Baily inauguró “1900” en
Canal 4, en 1989 -aunque hubo un antecedente en el programa de Jorge
Henderson “Tal Cual” en 1993 que fue abandonado .
Vargas elaboró una lista de temas de talk-shows de la que
ofrecemos sólo una muestra y que nos releva, nos parece, de mayores
comentarios sobre su calidad: “Abandoné a mi hijo”, “No creo en los
hombres”, “Me inicié en un prostíbulo”, “Mi padre me violó”, “Me acosan
sexualmente”, “Maridos borrachos”, “Mi marido me hizo abortar”, “Madres
prostitutas”, “Soy la tetona del barrio”, ”El mundo de los enanos”, “Le
pego a mi marido”, “Arruiné mi vida por él”, “Adictos al sexo”, “No te
metas con mi hermana”, “Me avergüenzo de mi madre”, etc.
Pero hay una visión favorable de estos programas. Una encuesta
reveló que quienes aceptaban ser espectadores regulares de los talks
shows tenían argumentos de peso para su elección. Las variables
ofrecidas por los encuestadores fueron:
-Presentan casos de la vida real;
-Dan soluciones a determinados problemas personales;
-Los temas/casos que presentan son interesantes;
-Te enteras de los casos que les suceden a las personas;
-Son programas divertidos.
Las cifras fueron favorables a las dos primeras en todos los niveles socioeconómicos, sexos y edades trabajadas .
En los Estados Unidos también los defienden: “Decir que los talk
shows degradan a Estados Unidos y van a convertirlos en Sodoma y Gomorra
es otra falsedad (…) Ningún país se corrompe por una cosa semejante. Al
fin y al cabo sólo son emisiones de televisión” dijo Joe Franklin, uno
de los fundadores del estilo . Y agregó “los norteamericanos no son así,
no hay que angustiarse”.
-La ignorada banda de AM
La radio, como sabemos, nació en el Perú en 1925 en la única
banda que existía, la de “Amplitud Modulada” o AM, que va de los 550 a
los 1600 kilociclos. Allí, en ese espacio se desarrolló la radiodifusión
nacional primero como un monopolio de la empresa inglesa Marconi
Wireless y después como un conjunto de empresas comerciales comunes cuyo
número aumentó hasta saturar el dial con más de treinta emisoras.
La programación se hizo buscando públicos citadinos, consumidores
criollos, ignorando a los auditorios andinos que fueron, por así
decirlo, descubiertos recién en 1950 por el diario “Ultima Hora”. Poco
después, Radio “El Sol” inauguró la era de los programas folklóricos con
“El Sol en los Andes” dirigido por Luis Pizarro Cerrón . A la vez se
abrió así un espacio distinto, “popular”, que evolucionaría de acuerdo a
condiciones históricas particulares. Pero por años, lo andino
folklórico estuvo desterrado a los horarios de la madrugada, entre las
tres y las siete de la mañana.
La banda de FM fue inaugurada en 1960 por la emisora “Stereo Lima
100” y tardó varios años en desarrollarse debido a la necesidad de
cambiar los receptores, un proceso que fue lento y que tuvo como
característica la distinción de la AM en formato de programación.
Mientras que las emisoras de AM debieron casi desesperadamente buscar
formatos nuevos para defenderse de la crisis ocasionada por la presencia
de la televisión, la FM, en cambio, planteó desde su nacimiento el
esquema de “radio-disco”, con mucha música y pocos avisos comerciales.
En la década de los años 70 la diferencia era enorme.
En los años 80, ya afirmadas las distancias, varias emisoras de
AM dedicaban su programación completa a la música andina (la empresa
pionera fue Radio Inca, 1470 Kc, fundada en 1951, como emisora campesina
. En su desarrollo de corte popular era inevitable que se encontraran
con la música chicha y fue así como luego de su mudanza a los 540 Kc
decidió que la programación completa, 24 horas, fuera “chicha”. En 1985
estaban allí todos: Los Shapis, Viko y su Grupo Karicia, Los Solitarios,
Pintura Roja, Los Eclipses, Guinda, Maravilla, etc.
Al cambio también llegó Radio Moderna, “Radio Papá”, fundada en
1977 en los 930 Kc, que propuso un noticiero radioteatralizado llamado
“Lo bueno, lo malo y lo feo de la noticia” que alcanzó enorme
popularidad. Años más tarde, Radio Excelsior alcanzaría gran sintonía en
su programa “Los magníficos de la noticia”. Radio Mar, que nació en
1969, logró con las conversaciones entre oyentes y “El Ronco” Gámez
altos niveles de sintonía en los años 80. Ricardo Belmont Cassinelli,
desde su “RBC”, afirmó su popularidad dialogando con el público al punto
de lograr ser elegido Alcalde de Lima.
De esta manera y con lentitud, fue fijándose un modelo que se
conoce como “Radio-hablada” que tuvo, y tiene, como exponente máximo a
Radioprogramas, “RPP”, que sólo transmite información y programas de
conversación, tanto en AM como en FM. El modelo ha sido adoptado
parcialmente en prácticamente toda la banda de AM y hoy podemos allí
escuchar comentarios de todo tipo, opiniones, recetas médicas y
psicológicas, horóscopos, recomendaciones de chamanes, transmisiones “en
vivo” de reuniones de sectas religiosas, etc. Es, en suma, la Banda
Chicha de la radiodifusión peruana.
CONCLUSIONES
Mario Vargas Llosa obtuvo un importante premio internacional
con un texto sobre el periodismo sensacionalista, que, llámese como se
llame, Chicha o Amarillo, se ha difundido al amparo de la libertad de
expresión. Allí decía nuestro escritor: “El periodismo escandaloso,
amarillo, es un perverso hijastro de la cultura de la libertad. No se lo
puede suprimir sin infligir a ésta una herida acaso mortal” .
Nos relevó también de distinguir entre la información y el
entretenimiento aun cuando los soportes físicos (papel, tinta, ondas,
etc.) fueran los mismos y pareciera que se trata de periodismo igual a
los otros, los que informan de verdad. Lectores, oyentes y televidentes
deberán ser instruidos en distinguir la zona amarilla de los medios
masivos y eludir así su utilización innoble en la política, como viene
sucediendo por esta época en el país.
Los profesores de periodismo son abordados de manera constante
por estudiantes que interrogan sobre este periodismo pues temen que sea
el que les espera. No es así. Forma parte de un proceso que no tardará
en agotarse aunque no podemos saber ciertamente qué nuevas formas
adoptará el viejo morbo por las noticias sensacionales